que lo ama, desde temprano lo corrige. Prov. 13:24.

No existe paternidad feliz y responsable sin disciplina. No hay
hijos maduros y equilibrados sin corrección. No hacer nada ante el
desliz del hijo es "aborrecerlo", en el original, la idea es
"odiarlo". Asumir la misión divina de corregir al hijo es amarlo.
El amor y el odio son palabras sumamente fuertes, pero están
presentes en el tipo de educación que damos a los hijos.
Dios quiere que tú seas feliz en todas las áreas de la vida, y él
sabe que si las cosas no andan bien en el hogar, no es posible
tener éxito en la vida profesional, financiera o social. ¿Cómo
puedes hacer un buen negocio, si sabes que tu hijo está metido en
el mundo de las drogas? ¿Cómo puedes relacionarte bien con las
personas, si tu corazón está en pedazos porque tu hijo se destruye
lentamente en las sombras de los vicios y de la promiscuidad? ¿De
qué valen todas las victorias que tú puedes conquistar en la vida
si tu hijo es un derrotado?
Los padres que quieren ver a sus hijos felices, necesitan echar
mano de la disciplina, y precisan hacerlo temprano. Definir
valores, establecer límites, desarrollar virtudes y pulir defectos
son parte de la verdadera disciplina, pero todo eso requiere
esfuerzo. El camino más fácil es permitir que los hijos
establezcan sus propias reglas y pensar que satisfaciendo sus
necesidades materiales y de escolaridad, la paternidad está
cumplida.
¿Cuánto tiempo inviertes tú en tus hijos? ¿Conoces quiénes son sus
amigos? ¿Sabes a qué hora llegan a casa? ¿Sabes dónde estuvieron?
Toda construcción demanda vigilancia, trabajo y perseverancia. No
existe mayor edificación que la vida de tus hijos.
Cuando llegue el fin de este mundo, que avanza vertiginosamente al
último capítulo de su historia, y Jesús regrese a esta tierra, no
te preguntará sobre tus negocios, tu vida financiera, tus empresas
o tu misión social en favor de la humanidad. La gran pregunta
será: "¿Dónde están los hijos que te di, los hijos que confié a tu
cuidado?"

Pídele a Dios sabiduría para ejercer tu papel de padre amoroso,
firme, paciente, perdonador, formador, porque "El que detiene el
castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo
corrige".